Educando a los niños (2)
Por “Quin” 13/05/2016
En la formación del carácter de los arijanos, a la relación con gentes de muy diversos pueblos, había que añadir una magnífica enseñanza impartida en las escuelas: lo mismo en las Escuelas Nacionales que en las Escuelas de Cristalería Española (¡que dos buenos edificios para impartir la enseñanza tuvieron los chicos y chicas de Arija!), y los maestros y maestras, auténticas vocaciones para la docencia (nunca premiados por sus superiores; sus méritos ignorados siempre por el Ministerio de Educación y Cultura; como de costumbre pasa con las gentes buenas, honradas y trabajadoras; las que no meten ruido; queridos y respetados sin embargo por el pueblo), de primera categoría en sus métodos de enseñar y educar a los niños: con amor, con cariño, con respeto, con lógica, de una forma directa y sencilla, que se les entendía con facilidad todo lo que querían enseñar; protegiendo siempre a los alumnos más débiles del acosos de los más fuertes y atrevidos.
He leído, en un medio de comunicación, un titular que me parece alarmante, porque estas cosas no se arreglan con "leyes", y que dice así:
¡No lo puedo entender!… En esto de las escuelas, en cuestiones de amor de los profesores a los niños, y el respeto de éstos a sus profesores, sí que hay una gran diferencia de antes a hoy en día.
El Ministerio de Educación y Cultura dice que endurecerá las medidas disciplinarias. Como que “el cariño” y “el amor” de los maestros y maestras a sus alumnos, y la admiración y el respeto de los niños a éstos, se pudiera regir o regular "con leyes".
Como pasa con la mal llamada violencia “de género”, (que más bien será “violencia machista”, o simplemente “el gran pecado del quinto mandamiento”) que cada año matan a más mujeres a pesar de todas las leyes, prohibiciones, normativas y sentencias que impone “la mala y desigual justicia”, olvidándose de fomentar en las escuelas el amor al prójimo pues incluso, los que nos gobiernan, prohíben impartir clases de religión y de moral en escuelas y colegios.
Los ministros que promulgan leyes y los jueces que dictan sentencias se quedarán muy satisfechos al imponer leyes ateas y sentencias de alejamiento de unos cuantos metros a los maltratadores. ¡Así pretenden erradicar el acoso escolar y la violencia de género!...
Si en las escuelas los gobernantes se empecinan en sustituir asignaturas de moral y buen comportamiento por otras asignaturas mundanas que no llevan a ninguna parte, la sociedad no puede esperar cosas buenas cuando los niños se hagan mayores.
Pienso que sería bueno para la democracia elegir a los diputados “con listas abiertas para votar a los que el pueblo considere más competentes” (las listas cerradas, como ya se ha comprobado, propician la corrupción y fomentan la creación de grupos mafiosos). En la elección de los diputados, con la mitad de los que se eligen actualmente serían suficientes para debatir en el Congreso, y todavía sobrarían unos cuantos. Sería bueno “abolir la disciplina de voto”, para que las decisiones se tomen en libertad (aunque esto fastidie un poco a los partidos políticos), y por supuesto, “la justicia independiente”. Cambiaría mucho la política.
En las escuelas de Arija no había acoso escolar. No recuerdo de ningún niño que sufriese acoso escolar. Si algún niño, en plan matón, molestaba a otro niño más débil, los maestros lo cortaban de raíz con mucho cariño. Se les reprendía adecuadamente sin pegarles, y los padres comprendían la reprensión y apoyaban a los maestros. Y también los niños, que son muy listos, acataban la reprimenda porque en su interior sabían que el maestro tenía razón.
Los maestros nunca hacían la vista gorda. Siempre pendientes de los alumnos, incluso por la calle, fuera del horario escolar.
Nos enteramos por las noticias que cada vez hay más acoso en las escuelas y colegios entre los escolares, ¡tan graves!, que incluso al acosado le inducen al suicidio
Uno de los motivos puede ser que estamos padeciendo la cultura de “las acusaciones”, del “y tú más”, y de “las denuncias” y nos olvidamos el apoyo a los profesores para la educación moral y religiosa; y los padres y los alumnos acusan y denuncian a los profesores por cualquier incidente. Entonces, los profesores toman una postura muy cómoda: ¡pasan de chavales! ¡Allá se maten!.
Acabo de oír en la tele que, para acabar con el acoso escolar hay que denunciar, denunciar y denunciar (como a la violencia machista). Y a mí me parece que… “SÍ, pero... NO”. Pienso que sería mejor y desde muy pequeños: reprender sin pegar, advertir, corregir, enseñar, convencer, ¡educar!
Con las denuncias, a la vez, se crean más conflictos añadidos. Claro que para esto hay que estar de acuerdo padres y maestros, y éstos estar muy atentos y vigilantes para que, como se dice coloquialmente, “capiscar” al acosador desde el primer momento (se les detecta muy fácilmente) “y ponerlos firmes desde ¡ya!”.
Pero no actuamos así. Para echar más leña al fuego sobre estos problemas, los padres se amparan en las nuevas tecnologías en contra de los profesores. Atención a las últimas noticias:
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<<Se ataca a los maestros, se hacen críticas destructivas de su trabajo y se difunden rumores e informaciones muchas veces falsos, incluso, de su vida privada. >>
Actuando así, son los mismos padres los que crean desconfianza y desconcierto en escuelas y colegios entre profesores, alumnos y padres. Así no se va a ninguna parte.
En la violencia de género juvenil, o violencia machista, no solo físicamente sino también por las nuevas tecnologías, son las chicas las que tienen que “capiscar” al novio o amigo violento y darle “esquinazo” cuanto antes: como se ha hecho toda la vida. Pero si las chicas están inmersas en el mismo mundillo escabroso que el chico… es imposible que “capisquen” a tiempo al que va a ser su verdugo. A la escuela se iba a estudiar, a aprender cosas, a saber de urbanidad, a aprender a respetar a los demás: que esto se aprende desde pequeños, día a día, con las advertencias de los profesores, de los maestros y de los padres.
En las escuelas de Arija se cantaba y se rezaba, que hoy día no suele practicarse ninguna de estas dos cosas. Y en los recreos se jugaba a tope, todos como amigos: aunque siempre había alguna patada perdida a la espinilla que te daba algún compañero de clase que ese día, jugando, se sintió un poco más belicoso.
Vigilados en los recreos los chicos y chicas por los maestros y maestras que paseaban constantemente entre sus alumnos mientras éstos jugaban, a ningún niño, ni siquiera a los más mayores, se les ocurría pegar, acosar, o insultar a nadie.
Los chicos y chicas también tenían un gran respeto por sus maestros y maestras, demostrándolo también por la calle donde siempre se les saludaba con mucho respeto. En general, los chavales respetaban a todas las personas mayores, incluso aunque no fuesen conocidas.
Todo esto, junto con la moralidad, que sus buenos y campechanos párrocos inculcaban: a los niños en las escuelas, y a los feligreses en las iglesias, amalgamaban en las personas unas magníficas cualidades que modelaban continuamente, para bien, el carácter de sus gentes, y hacía que sus habitantes fuesen, por todas estas cosas, unas personas llanas, activas, alegres, serviciales, generosas de alma, comunicativas, explosivas de carácter.
CURIOSIDAD: En la educación de niños y niñas, en aquellos años, en Arija, se hacía en aulas por separado, es decir: los niños con maestros y las niñas con maestras. Opinamos que nos parece más beneficioso para su integridad moral y emocional realizarla hasta los 14 años con sus respectivas “maestras para ellas” y “maestros para ellos”. Después en Institutos y Universidades será otro cantar. (A pesar de que las feministas protesten por aquello de la igualdad de género y que la norma “huela” a la época franquista).
A pesar de que el ministro de Educación de turno les “trafulque” o “trabuque” los estudios, cada vez hay más chicas y más chicos: más guapos, más inteligentes y mejor preparados. Es que hay “otra forma de estudiar” ajeno a las normativas de los que mandan.
La convivencia entre las gentes de Arija era modélica. No había extraños en el pueblo, y cada uno individualmente era “un personaje” querido y respetado. Se acogía con alegría la diversa personalidad de sus habitantes: “Augusto”, “la Chucha” y “Paco el tonto”, que así les llamaban en Arija, los tres disminuidos psíquicos, ¡que no tontos!, se los quería y respetaba como a todos los del pueblo. Un buen ejemplo era “Augusto”, que los mozos tenían en él al mejor amigo para pasar un buen rato divertido.
Sus gentes eran únicas en las diversiones: prontas para el cántico, para la amistad, para de una forma sencilla buscar la juerga, con una ironía sana de reírse de cualquier circunstancia de la vida, respetando siempre al prójimo, receptivas a asimilar todo lo que sonaba a progreso, adoptando las buenas cualidades de otros pueblos.
Debido a la gran educación moral que se recibía en las escuelas y en las iglesias, que siempre estaban llenas de niños, y la religiosidad de las familias que se transmitía de generación en generación, en Arija no había, salvo algún caso muy puntual, ni violencia de género, ni acoso escolar, ni acosos sexistas.
Comprobamos que los ministros de Educación españoles no se entienden en los métodos educativos a implantar en los estudios.
Los distintos ministros, según sea el partido político que gobierne, se han entretenido en promulgar tantas leyes y normativas para la enseñanza, derogándose unas a otras, como: el INBAD el CENEBAD, la LEP, la LOEM, la LGE, la EGB, el BUP, el COU, la UNED, la ESO, la LOE, la LODE la LOCE, la LOECE, la LOPEG, la LOGSE, la LOMCE… ¡y las que vendrán!…
Pobres niños, lo que les espera cada vez que en el gobierno manda un nuevo partido ¿Tan difícil será enseñar a los niños con amor, cariño y sentido común, como que haga falta promulgar tantas leyes y normativas que, al final, según los mismos ministros que las implantan, no vale ninguna?
En el año 1945 los chavales de Arija teníamos la LEP, (Ley sobre Educación Primaria) promulgada en la posguerra española. Esta ley solo afectó a la enseñanza primaria. Recogía la ideología del régimen de Franco considerando a la educación como un derecho de la familia, la Iglesia y el Estado, por lo que ésta se veía marcada, como es comprensible, por el pensamiento nacional-católico (dicen que de orientación fascista) aunque rediseñado por el franquismo partiendo de las ideas que planteaba José Antonio Primo de Rivera.
Por ello, la educación primaria tenía un carácter confesional, patriótico, social, intelectual, físico y profesional. Establecía su obligatoriedad, gratuidad y la separación de sexos, así como el uso preceptivo de la lengua española en todo el territorio nacional.
Esta ley establecía los derechos y deberes de los maestros y determinaba su formación y el sistema de ingreso mediante oposición en el Cuerpo del Magisterio Nacional Primario.
Es verdad que aquellas leyes se implantaron en una época determinada para una ideología determinada y que basta que se trate de aquellas fechas muchas gentes huyen de ellas como si fuese la peste. Sin pretender justificar al régimen, ni a la ideología de aquellas leyes, alguna cosa buena sí tendrían que se pudiera copiar. A los chavales de Arija con ellas nos fue bien. Pero no hay tu tía, aunque tengan partes buenas, solamente por llevar la contraria al partido político “saliente”, el ministro de Educación “entrante” las “trabuca”. Así llevamos toda la vida.
En la formación del carácter de los arijanos se dejaba notar la influencia de Reinosa, de toda la comarca de Campóo, de Palencia (que a raíz de la Guerra Civil los contactos se multiplicaron por el estraperlo), de Santander, con los pasiegos por San Pedro del Romeral, Luena y Ontaneda, y por la capital, por algún refinado que iba de compras o a bañarse a las playas del Sardinero; y de Burgos, con milenarios pueblos castellanos por medio de la Continental y del Santander - Mediterráneo, y con todos los pueblos que el tren de La Robla ponía fácil de visitar desde Bilbao hasta León, también muy incrementados después de la Guerra Civil por el estraperlo, por el trapicheo, por los negocios, por las excursiones, por los viajes familiares o por los viajes de placer.
Era muy patente en las gentes de Arija la influencia de estilos, modos, maneras y costumbres copiadas a los de Bilbao: en la vida cotidiana y en los deportes, sobre todo en el fútbol.