Rematando de cabeza (9)
Por “Quin” 02/12/2016
Según los gurús del fútbol, para jugar bien a este deporte hay que planificar los encuentros en base a como sean las cualidades de los jugadores. Por eso los clubs contratan expertos entrenadores y técnicos para dirigir al equipo colocando a los jugadores en el campo de tal forma que su rendimiento en los partidos sea el óptimo. A esto los entrenadores y técnicos lo llaman “tácticas”. Muchísimas veces estas tácticas no sirven para ganar los encuentros y entonces se recurre al entusiasmo de los jugadores, al darlo todo sin método ni concierto, y al final, por el empuje de todos los jugadores se termina ganando el partido.
Los equipos de Arija, como no tenían entrenador, jugaban “a pecho descubierto”, es decir: “su táctica consistía en darlo todo”, en llevar el balón a la portería contraria, una y otra vez, en los menos pases posibles para rematar a gol. Para desarrollar esa forma de competir, los jugadores del Arija F.C. jugaban todos los partidos con un entusiasmo y una alegría que durante el tiempo que duraban los encuentros nunca decaía, con un esfuerzo colectivo, sin fisuras, todos unidos en un esfuerzo común de amigos. Y los encuentros de fútbol eran muy emocionantes y muy divertidos.
Una de sus jugadas favoritas era llevar el balón a los extremos para que estos centrasen a la portería dando oportunidad a los delanteros, sobre todo al delantero centro, a remates espectaculares y muchas veces efectivos. Los del equipo de Arija metían muchos goles “de cabeza”.
En la década de los 40 - 50, los clubs procuraban tener un delantero centro con habilidad y que saltara más que los defensas contrarios para el remate de cabeza. En Arija destacaron en este sentido, Ricardito, León y “Rubio”, que entre los tres se bastaban para derrotar a los equipos contrarios practicando incansablemente la jugada de centrar desde la zona del córner y rematar de cabeza. Cuando los chavales de Arija, después de salir de la escuela y haber merendado, íbamos a ver cómo se entrenaban los jugadores, también queríamos imitarlos dando al balón “¡de cabeza!”.
Cuando el equipo contrario se cierra atrás con ocho jugadores o más, que los italianos llaman "catenaccio", se suele recurrir a este tipo de jugadas para perforar la portería contraria. Si se tiene buenos jugadores centrando el balón al área pequeña y un buen rematador de cabeza, es muy posible que el balón termine entrando dentro de la portería contraria.
De ese tipo de jugadas y del juego por bandas es de donde han nacido y crecido los mejores rematadores de cabeza del fútbol.
Hay muchos jugadores que destacaron por esta habilidad de meter goles “de cabeza”. A algunos los hemos admirado desde cuando íbamos a la escuela en Arija y coleccionábamos cromos de la liga española, allá, por los años 1.945.
Más tarde salieron otros que también nos ponían de pie con sus espectaculares saltos y remates.
Entre los mejores, nosotros siempre hemos admirado a tres: “César”, “Zarra” y “Santillana”.
César era un delantero centro del Fútbol Club Barcelona: noble, correoso, de carácter serio, lo daba todo en los partidos metiendo muchos goles “de cabeza”.
Zarra, el inolvidable jugador del Athletic Club de Bilbao fue un modelo a seguir para toda la chavalería que pretendía llegar a jugar en primera división. La nobleza y el pundonor estaban representados en Zarra, modelo a seguir también en los remates de cabeza.
Más tarde, en la década de los 70 - 80 salió Carlos Alonso González, más conocido como Santillana, que ha sido uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol español, si no el mejor del mundo, rematando a gol “de cabeza”.
Como ariete del Real Madrid se le recuerda por sus goles, que él nunca daba importancia pues decía que también los metía muy buenos con el pie. Sin embargo, sus "saltos felinos" (y eso que le faltaba un riñón), y sus testarazos no han sido superados por ningún otro jugador.
En la época de César y Zarra, cuando teníamos entre 10 y 14 años, eran tiempos en los que el balón de reglamento pesaba mucho más que el actual, de manera que a la postre un buen cabezazo siempre dolía.
En la actualidad, el esférico oficial ya no se hace de cuero cosido. Los materiales sintéticos evitan que haya que recurrir a la técnica de untarlo con grasa de caballo para evitar que se pudran. Además, son más ligeros y más blandos.
Me voy a atrever a contar, por si el lector tiene la curiosidad de saber de alguna cosa más de las que pasaban por Arija en aquellos tiempos de, antes que existiera el pantano del Ebro, o sea, hace... ¡uf!...unos cuantos años, lo menos setenta y cinco, porque debía ser por el año 1942.
Voy a contar, como digo, un par de cosas que llevo incrustadas en el cuerpo y que me sirven de recordatorio de Arija y del fútbol, y que se refieren a “un remate de cabeza que me hizo ver todas las estrellas del firmamento” y eso que era de día, y a “un cachavazo en medio de mi cabeza” que no vi ninguna estrella, veía Arija dando vueltas en blanco y negro y que contaré en un próximo relato.
Lo del remate de cabeza me sucedió viendo un entrenamiento de los jugadores del Arija, creo que no me perdía ni uno, por aquello de poder coger algún balón de los que salían fuera del campo y darle una patada al aire.
Los chavales nos poníamos detrás de la portería donde estaba “Chacho” despejando balones o blocándolos, que los delanteros, en un bombardeo continuo, lanzaban hacia la portería, y había que estar muy listillo para que otro chico no te cogiera el balón, porque nos juntábamos bastantes chavales con el mismo propósito.
FOTO: Arija-Vilga. Años 1940. Chicas en la portería del campo de fútbol de Arija. (A la izquierda se ven las "Casas Nuevas", destinadas a mandos intermedios y oficinistas de Cristalería Española). Personas identificadas: 1-Angelita Marlasca, 2-Ury Marlasca, 3-Chelito, 4-Angeles García.
A mí me llamaba mucho la atención Isaac, por los balones que rechazaba “de cabeza”.
Cuando "Chacho" sacaba de la portería dando “un patadón al balón”, que cuando descendía parecía que bajaba de la Luna e Isaac, que jugaba siempre por el medio del campo, se los devolvía “de cabeza” sin hacer ninguna mueca de dolor. Yo me quedaba atónito y con envidia de poder hacer lo mismo que él.
Téngase en cuenta que los balones de antes eran ¡¡¡de aúpa!!! Más grandes que los de ahora, de un cuero gordo de vaca, con una correa también de cuero que cerraba la boca por donde se metía la goma que había que inflar, sacando el balón unas protuberancias a modo de pequeños huevos que te hacían sospechar de sus males intenciones. Piénsese también en un testarazo a este balón con el cuero empapado de agua y coincidiendo dicha correa con la frente en el momento del impacto.
Los balones de los años 40 – 50 eran terroríficos para despejar de cabeza, sobre todo si coincidía la correa con la frente. Pero peor que la correa era el propio balón en sí, pues tenía un peso y una gordura de cuero que el efecto del golpe en la cabeza era como un directo de boxeo: te dejaba aturdido, atontado, grogui.
Viendo a Isaac hacerlo una y otra vez, ¡sin ningún problema!, se me encendió una lucecita de por qué yo no lo podía hacer igual que él, con lo fácil que parecía. En vez de ir a coger el balón con las manos, que me exponía a que otro chaval más listo que yo me lo quitara para devolverlo al campo con una patada, podía devolverlo “de cabeza”, con la facilidad como lo hacía Isaac.
Ni corto ni perezoso, el primer balón que de volea empalmó “Rubio” a un centro de Ricardito, que salió rozando el larguero, le puse mi frente como lo hacía Isaac, con la ilusión de que el balón fuese a parar a las manos de “Chacho”, el portero. ¡En buena hora se me ocurrió imitar a este gran jugador!
El balonazo recibido en la frente me dejó sentado en el suelo, y las Casas Nuevas, el Barrio Obrero, las chimeneas de la Fábrica de Cristalería, la Gran Vía y hasta el Gurugú, me revoloteaban en el cerebro sin saber muy bien donde estaba. Aquel día comprendí perfectamente lo que podía significar un directo a la mandíbula de un boxeador de peso pesado. Creo que ese día y en ese momento perdí para siempre toda la esperanza y la ilusión de llegar a ser, aunque malo, pero llegar a ser, futbolista.
Este percance que tuve con el pelotazo que me llevé, con resultados catastróficos, sirvió de acicate en el grupo de chavales que todas las tardes íbamos a los entrenamientos y admirábamos a Isaac, para que, con más empeño, descubrir el misterio del por qué a Isaac no le pasaba nada despejando el balón de cabeza, siendo además que lo hacía desde la altura que bajaba el balón y con tanta frecuencia.
Fue muy difícil dar con el quid de la cuestión. Nos costó mucho averiguarlo y eso que continuamente le observábamos con detenimiento todos los movimientos que hacía desde que "Chacho" sacaba el balón de la portería hasta que Isaac lo devolvía con un gran testarazo.
Pero nuestro empeño y nuestra constancia en la observación minuciosa al fin un día dieron sus resultados.
Conseguimos destapar el truco que tenía Isaac para dar aquellos rotundos cabezazos a un balón ¡tan pesado!
Al cabo de un tiempo de estrujarnos la mollera uno de los más listillos de toda la cuadrilla de aprendices a futbolistas vino un día todo contento y nos dijo que había descubierto el gran secreto de Isaac. Nos dijo que el gran secreto de Isaac era que, ¡no podía ser de otra manera!, Isaac, que tenía mucho pelo y muy rizoso se metía entre el pelo “un hierro plano que no se le ve”, y así, sin ningún dolor, podía dar cuantos cabezazos le venían en gana.
Todos nos pusimos muy contentos por el gran descubrimiento, pero enseguida nos dimos cuenta de nuestra impotencia porque… ¿quién de nosotros tenía la mata de pelo rizoso, como tenia Isaac, para poder meter y esconder el milagroso hierro entre el pelo? Nuestro gozo en un pozo. (Doy fe de que éste episodio ocurrió tal cual entre una cuadrilla de chavales que íbamos a ver, casi todas las tardes, como se entrenaban los jugadores del Arija F.C.).
FOTO: Equipo de fútbol de Arija-Vilga. (A juzgar por los espectadores era un "día de fiesta").- Personas identificadas: Agachados: 1 (puede ser Agustín Galopante, esposo de María Jesús Caro), 2-x, 3-x De pie: 4-(niño), 5-x, 6-x, 7-x, 8-x, 9-(atrás), 10-x, 11-x, 12-(atrás), 13-x, 14-x, 15-x, 16-x, 17-x.
"Curiosidad": La mitad de este equipo… “¡seis!”… llevan la frente vendada.- No es que tengan la cabeza ¡descalabrada!; es por el balón, que pesa mucho y lleva una correa que... ¡maldita su gracia!...
Estos balones eran ¡terroríficos! para despejar de cabeza. Es un modelo de balón formado por 12 gajos (como el que se jugó el primer Mundial de Fútbol en Uruguay en el año 1930).- Disponía de una abertura por donde se metía una especie de bolsa de goma con un pitorro por donde se hinchaba, se doblaba el pitorro, se ataba, y después la abertura se cerraba con una gorda correa de cuero.- Como el balón tenía que estar bien hinchado costaba mucho meter el pitorro doblado y atado dentro del cuero y, una vez metido, la parte del balón donde coincidía el pitorro y la correa quedaba con una protuberancia. Ningún balón era absolutamente redondo. Si al despejar de cabeza coincidía la frente con la protuberancia, el jugador, si no estaba protegido… “¡veía las estrellas!”…
FOTO: Fecha: Años 1940. Arija-Vilga. Equipo de fútbol de Arija. Posando en el campo de fútbol. Personas identificadas, agachados: 1-Hijo de Bertila, 2-Felipe Prieto, 3-Felix Diez (del molino), 4-Ramón (de San Vicente). De pie: 5-Benito (de San Vicente), 6-Amador López, 7-Pepín Hermosa, 8-Hijo de Bertila, 9-José Luis Diez (del molino), 10-Santiago Lara (hijo de D. Ismael el maestro), 11-Jesús Marlasca.
Actualmente pese a todos los avances en la técnica de la fabricación de balones empleando materiales muy ligeros, que están a años luz de los balones de cuero con los que el Arija F.C. jugaba y los chavales cabeceábamos en aquellos tiempos cuando había que untarlos con sebo para que no se pudrieran, la Federación de Fútbol de Estados Unidos (USSF) pretende prohibir que los menores utilicen la cabeza para realizar un pase o rematar a puerta. La Federación de Fútbol de EEUU ha recomendado que los niños menores de 10 años no cabeceen el balón para evitar los daños neuronales que puedan producirse en sus cerebros aún en formación. Se recomienda que rematen de cabeza únicamente en los entrenamientos.
No sé si para estas fechas estará ya en vigor la normativa de la Federación de Fútbol de Estados Unidos que pretendía imponer a los menores de diez años cuando jueguen al fútbol no dar al balón con la cabeza para evitar lesiones cerebrales, pues los estudiosos dicen que el fútbol es uno de los deportes más propenso a provocar traumatismos craneoencefálicos y afirman que sería bueno no dar al balón con la cabeza hasta cumplir los 14 años. Otros expertos opinan que la prohibición debería ser hasta los 18 años pues, según dicen los más entendidos, a la edad de 18 años es cuando el cerebro termina de desarrollarse en la mayoría de las personas. A la edad de 14 años aún es demasiado pronto.
¿Entonces, hay que prohibir a los niños rematar de cabeza?
Teniendo en cuenta que el fútbol es el deporte más popular del mundo la pregunta no es mala. Tanto los jugadores como los médicos deben ser conscientes de que los jugadores pueden estar en riesgo de desarrollar algunas lesiones cerebrales: los niños son especialmente vulnerables, aunque la FIFA descarta cualquier peligro al respecto ya que no se tienen evidencias claras de los efectos negativos al cabecear el balón y que produzca pequeñas conmociones.
Es difícil detectar la encefalopatía pues sólo puede detectarse tras el fallecimiento, pero hay ciertos síntomas que pueden poner en alerta como: pérdida de memoria, confusión, depresión o agresividad.
Aunque hay muchos estudios sobre esto sin embargo, pediatras españoles, aseguran que no está demostrado que cabecear el balón sea perjudicial.
LOS CHICOS TAMBIÉN DEBEN APRENDER A JUGAR “DE CABEZA”
EL QUID DE LA CUESTIÓN ES QUE JUEGUEN CON BALONES ADECUADOS A SU EDAD