Ruiz Humada
ARIJA: RECUERDOS DE INFANCIA. Familia RUIZ HUMADA
Juan González Ruiz. Julio 2006
Quiero traer aquí mis recuerdos infantiles de Arija: mis abuelos maternos vivieron durante bastante tiempo allí, desde mediados de la segunda década del siglo XX hasta 1950.
Procedían de Pomar de Valdivia, donde mi bisabuelo Policarpo Humada, casado con María Arroyo, mantenía el molino y su huerta aneja, llena de poderosos y generosos manzanos, como uno de los lugares de encuentro social más vivos en el conjunto de los pequeños pueblos del alfoz de Valdivia. Mi abuelo Segundo Ruiz Barrio, casado con Esperanza Humada Arroyo, fue también molinero, y tras residir en varios pueblos de esa parte de Castilla en la que se besan Palencia, Burgos y Santander (Riba de Valdelucio, Villanueva del Río, Cezura), recaló en Arija, en cuyo molino estuvo hasta que las obras del pantano le echaron de él.
Ignoro si el molino que tuvo mi abuelo era el único de Arija, porque yo no llegué a conocerlo: cuando, teniendo dos o tres años, íbamos a pasar los veranos mis padres y yo desde Andalucía, él regentaba ya una frutería en la parte alta y antigua del pueblo, y aún me viene de vez en cuando a la memoria sensorial el agridulce olor de la fruta, junto con el de la cuadra donde estaban el mulo y el carro entoldado con los que todas las semanas mi abuelo me llevaba a Soncillo. Para mí, acostumbrado a viajar con frecuencia en tren porque mi padre era ferroviario, aquellos lentísimos viajes eran la mayor y más apasionante de las aventuras.
Como apasionantes eran las visitas a la Vilga, con sus cosmopolitas tiendas y bares; o lo que quedaba de la fábrica, donde rebuscaba caprichosos y multicolores trozos de vidrio; o la estación y el reciente trazado ferroviario, con sus terraplenes y puentes; o el camino desde la casa, que aún hoy creo reconocer, donde me atiborraba de moras y de ráspanos y en cuyo transcurso eran inevitables un saludo a doña Rosaura y el apresurado paso ante el fantasmagórico edificio del colegio.
Por lamentable que parezca, casi veinte años después, cuando mi abuelo se encontraba ya en sus últimos años de vida impedido y viviendo con una de sus hijas en Amusco (Palencia), hube de ir yo mismo a la Delegación de Hacienda de Burgos a cobrar la indemnización por la expropiación del molino: tres mil pesetas.
Los cinco hijos de mis abuelos vivieron sus vidas, y algunos salieron de Arija muy pronto.
La mayor era mi madre, María Ruiz Humada, la molinera, que vivió en Arija, asistió a la escuela de costura y aparece en las fotos de la época. En los años 30 se trasladó a Marchena (provincia de Sevilla) acompañando a su hermana Adelina, maestra, que había estudiado en Oviedo y residió poco tiempo en Arija. Allí se casó con mi padre y allí nací yo en 1943.
Fotos de la familia Ruiz Humada en Arija
María Ruiz Humada, la hija mayor
María de pie, primera de la izquierda
María de pie, arriba a la derecha
María en el centro de la foto
Foto de fiestas. María es la tercera de arriba
Fábrica de Arija
Mi tío Julio
Mi tío Arsenio Ruiz Humada, aficionado al ciclismo, vivió en Arija y trabajó en la fábrica de Cristalería Española hasta que en 1952 fue trasladado a Avilés. Allí murió el año 1957 víctima de la silicosis blanca. Mi tío Julio Ruiz Humada, también aficionado al ciclismo, salió pronto de Arija. Mi tía Amparo Ruiz Humada, la única de los cinco hermanos que nació en Arija y la única que aún vive, residió siempre allí hasta que casó con un guardia civil, José Rivera, de origen andaluz.
Adelina y María en Marchena (1936)
Arsenio es el segundo ciclista por la derecha
Arsenio y María en Llano (1947)
Amparo Ruiz en Arija
Ni nací, ni permanecí por mucho tiempo en Arija. Pero aún hoy, cuando nadie de mi familia reside allí ni hay testimonios físicos que la recuerden, mantengo el sentimiento de que Arija es algo así como el pueblo de mi infancia, el destino de los sueños de un niño andaluz que iba todos los veranos al Norte, a Castilla, a ver a sus abuelos, a emprender un emocionante viaje en el tren de La Robla, a Montesclaros,. . . a Arija.